El Observatorio Nebrija del Español, cuyo objeto es el estudio de aquellas manifestaciones o impulsos que amplíen el horizonte del uso y de la proyección del español en el mundo, ha lanzado el informe ‘Objetivo: España Digital 2026 Accesibilidad web en español a través de la Lectura Fácil’. En él se incluye la diferencia entre lectura fácil y lenguaje claro:
«La Lectura Fácil es un concepto vinculado a la dignificación de la experiencia lectora de personas con dificultades de comprensión. El Lenguaje Claro tiene un recorrido temporal más amplio y está vinculado a la simplificación de contenidos de ámbitos como el legal o administrativo para la ciudadanía en general. Mientras que ambos buscan mejorar la accesibilidad, la Lectura Fácil se centra en colectivos específicos, y el Lenguaje Claro abarca a un público general.
En los últimos años se ha producido una sistematización y estandarización de estos conceptos. En el caso de la Lectura Fácil, España fue el primer país en contar con una norma técnica, la UNE 153101 EX:2018. Esta norma define la LF como un “método que recoge un conjunto de pautas y recomendaciones relativas a la redacción de textos, al diseño/maquetación de documentos y a la validación de la compresibilidad de los mismos, destinado a hacer accesible la información a personas con dificultades de comprensión lectora”.
Por su parte, la Federación Internacional de Lenguaje Claro estandarizó la definición de este instrumento que aparece en el estándar internacional ISO 24495-1:2023, que se describe como “un comunicado está escrito en lenguaje claro si su redacción, su estructura y su diseño son tan transparentes que los lectores a los que se dirige pueden encontrar lo que necesitan, entender lo que encuentran y usar esa información”. Ambos métodos abogan por la facilitación lectora, pero tienen una diferencia sustancial: el público al que se dirigen. La LF está pensada para personas con dificultades lectoras asociadas a problemas cognitivos, temporales o permanentes, mientras que el Lenguaje Claro se orienta a personas que, sin tener una dificultad de comprensión lectora, encuentran obstáculos en la lectura de contenidos de un ámbito más especializado. En ambos casos, el eje metodológico pivota en torno a que el productor del contenido tenga en cuenta las necesidades de información del usuario final»