PLAIN recoge en su último boletín un artículo en el que Natalia Nechaeva y Emma Kairova analizan la situación del lenguaje claro en Rusia y los avances, aún incipientes, hacia su implantación. Según indican, Rusia enfrenta un grave problema de comprensión lectora. La población tiene serias dificultades para entender textos legales, financieros, médicos o técnicos, lo que genera consecuencias sociales preocupantes. Según un estudio realizado en 39 regiones rusas, el 95% de las personas no lee los documentos antes de firmarlos; solo el 40% revisa los contratos de préstamo; y más del 70% de la población desconfía de las vacunas, en parte por la deficiente comunicación institucional. Las autoras del artículo alertan de que la complejidad del lenguaje administrativo está aumentando, incluso en contra de la tendencia global hacia la simplificación.
En este contexto, el lenguaje claro en ruso no solo es necesario, sino urgente. La comprensión efectiva de textos impacta directamente en la calidad de vida de la ciudadanía: desde entender las condiciones de un préstamo bancario hasta tomar decisiones informadas sobre la salud. Las autoras sostienen que el lenguaje claro debería aplicarse en todos los sectores: gobierno, educación, sanidad, banca y servicios jurídicos. Varias iniciativas estatales comienzan a incorporar criterios de claridad en documentos de política pública, como el «Estándar de Gobierno Abierto» o el «Estándar Nacional de Servicios Públicos», pero aún falta voluntad política para que el lenguaje claro sea una prioridad transversal.
Nechaeva y Kairova destacan que, aunque aún queda mucho camino por recorrer, existen señales de cambio. Algunas instituciones educativas y medios de comunicación comienzan a interesarse por el tema, y se han dado los primeros pasos hacia la formación en redacción clara. Sin embargo, advierten que estos esfuerzos deben consolidarse mediante estándares comunes, formación profesionalizada y una mayor sensibilización de quienes redactan textos públicos.